QUÍMICA Y PSÍQUICA

Conforme se acerca el final de los estudios vamos completando el supuesto plan inicial, en algunas asignaturas vamos mejor que en otras y sorprendentemente en una de las que mejor estamos es Emergencias, esa que empezamos tarde y que tanto hemos perdido el tiempo. Acabamos de empezar con el siempre fascinante mundo de los incendios y antes de meternos por vericuetos legales y constructivos hemos dado un vistazo a la química del fuego. Como buen hombre que soy y por evolución antropológica nopuedo evitar sentir cierta fascinanción ante un buen fuego (pero que nadie piense que soy el pirómano del chiste), así que al llegar a casa me he puesto a buscar más información sobre esta fascinante reacción de oxidación-reducción exotérmica.

He usado a nuestro viejo amigo Google y en una de las entradas me he fijado en algo también muy interesante, la Química del enamoramiento, toma ya.

No voy a ser tan estúpido como para llegar al reduccionismo lógico de que todo en nuestro cuerpo y nuestra vida está absoluta y taxativamenete regido por las hormonas, pero tampoco voy a negar la evidencia de que influyen bastante en nosotros y en nuestro comportamiento, y más en este campo, donde parece innegable que tiene que haber algo más, tan sencillo como que si no nos entra por el ojo es difícil que nos enamoremos ¿verdad?, del cual parece tener la culpa algo en nuestra genética y una vez más en nuestra psicología evolutiva, pero eso lo dejaremos para otro día.

Una vez superada la fase del "¡¡pero que peazo de jamba diosmio!!" si que podríamos empezar a pensar en algún juego de las moléculas. Parece ser, que la base del problema la tiene una hormona llamada feniletilamina (FEA) que segrega alguna recóndita y oscura parte de nuestro cerebro al sentir ciertos estímulos sencillos, tales como una caida de ojos, unas palabras o incluso un roce, y curiosamente esta sustancia abunda en el chocolate, en el de comer.

El cerebro queda anegado de esta "sustancia" y contrarresta su efecto por medio de la dopamina y la norepinefrina, y si, como bien se puede deducir de tan siniestros nombres son como anfetaminas que lo que producen es un agilipollamiento, que si bien puede llegar a ser brutal no lo es tanto cuando, otra vez, el cerebro (o el hipotálamo o su puta madre) reacciona y manda echar unos chupitos de endorfinas y encefalinas, de la familia de los opiaceos, todo un lujo y sin que tengamos que pasar por una Operación Nécora.

Por último hay una especie de reacción en cadena que no he llegado a entender muy bien pero que que hace que continue el baile hormonal: péptidos, melanina, serotonina, testosterona (por aquello de querer echar algún caliqueño, y si, vosotras también teneis de eso) .... la de dios.

Entonces no es de extrañar ante todo este panorama revolucionario, que tengamos unas sensaciones tan raras, pero una vez conocidas las causas químicas nos pueden ayudar a resolver los enigamas psíquicos. Por ejemplo, la FEA, la dopamina y la norepinefrina son dopantes naturales, cuyos efectos son la exaltación, la falta de sueño y la euforia.

Aquí quería llegar yo, ahora me explico a que se debe ese extraño buen humor que he notado desde hace unas semanas. No me molesta, de hecho me agrada sentirme bien y tan contento, más que nada porque hacía bastante tiempo que no me sentía así, supongo que necesitaba un chute de FEA que no me proporcionaba el Lindt de 80% de cacao que compré al volver de Almería XDDDDDD

Y ya veis, que curioso es todo esto de la Química, unas mierdecillas de sustancias tienen unos efectos tan poderosos que llegan a cambiar la psicología y la física. Y todo por una sencilla reacción....

1 comentario:

Rye dijo...

Yo no tengo nada de eso :-Þ