RALENTÍ

De lo poco interesante que resulta ser este segundo curso del Ciclo de Prevención es el módulo de Relaciones en el Trabajo (RET). Seguimos igual que a principios de semana, sumando pérdidas inútiles de tiempo:
  • el martes en una visita a una gran industria química donde no vimos gran cosas, aunque debo decir que ha sido la más interesante de las que hasta hoy hemos realizado (pero sin posibilidades de curro);
  • ayer miércoles 5 horas de charla sobre EPIs y todo porque el departamento se ha gastado 1500 lerus en material y claro, tenían que airearlo, de lo más instructivo sobre todo teniendo en cuenta que el año pasado ya vimos mucho sobre este tema ;
  • hoy las dos primeras horas para que los rezagados acaben los Procedimientos que tenían que estar acabados la semana pasada y de Emergencias nada, que la profesora no ha venido y tenemos un examen sobre Planes de Idem a la vista, muchas lagunas y nadie para resolverlas ... y entre ambas clases lo de RET.
Resulta que es un módulo complementario para el de Organización y Carga del año pasado, un tema que me encantó y que resulta muy interesante, sobre todo porque toca la psicología (psicosociología más bien), algo que bien usado puede ser un excelente arma, no sólo para desenvolverte mejor con los demás, sino para conocerte mejor a tí mismo sin necesidad de intermediarios.

Hoy hemos hablado sobre motivación, orientada al campo de lo laboral lógicamente, pero ya estaba ahí otra vez la vena curiosa despierta y he preferido aprovechar estas dos horas libres para buscar más información sobre La Teoría de las Expectativas:

Fue desarrollada por V. H. Vroom allá por 1964 y mejorada posteriormente por infinidad de personajes más o menos conocidos. En ella plantea que el esfuerzo que estamos dispuestos a realizar para conseguir un objetivo X será directamente proporcional a las posibilidades subjetivas de poder alcanzar dicho objetivo, es decir, la "cantidad" de motivación de una persona depende de las expectativas que tenga sobre el objetivo a alcanzar, un objetivo que él mismo ha creado. En resumen, a mayor rendimiento esperado mayor será el esfuerzo realizado.

Una persona estará más motivada cuando espera conseguir mayores rendimientos y por tanto mayores recompensas. Por el contrario se desmotivará cuando la recompensa obtenida no guarda consonancia con el esfuerzo ni con el rendimiento.

Tenemos pues dos momentos para la motivación (el logro de un objetivo):

a) comprobar si el rendimiento compensa el esfuerzo
b) comprobar si la recompensa (objetivo) compensa el esfuerzo y el rendimiento.


Todo parece muy complicado pero analizándolo en profundidad te das cuenta que es cierto, que necesitas tener un objetivo para motivarte, alcanzarlo necesitará alguna acción (esfuerzo) y hasta alcanzarlo definitivamente debes comprobar si verdaderamente es necesario tanto trabajo para conseguirlo (rendimiento = trabajo/objetivo).

Por ejemplo, tenía un objetivo hasta hace unos días (nada que perder), era más o menos real, pero he comprobado que me iba a suponer demasiado esfuerzo el conseguirlo y ahora mismo no soy capaz de decidir si el rendimiento de las acciones a emprender me iban a suponer una recompensa acorde. Por ello he decidio postergarlo hasta llegar a una conclusión, postergar no es fracasar.

Otro ejemplo, mi motivación al estudiar este Ciclo era reciclarme laboralmente y empezar de nuevo mi vida laboral, en un campo muy atrayente y con futuro. El esfuerzo que me supuso empezar otra vez a estudiar compensó la meta intermedia de primero, el rendimiento era óptimo. Ahora, cuando estoy a punto de acabar, me falta la motivación porque el esfuerzo no compensa ante tanta imbecilidad, incompetencia y pérdida de tiempo. La recompensa, meta, será la misma, el título, pero sin motivación, porque no me compensa.

Mmmmmmm .... creo que lo he complicado demasiado jajajaja, aunque lo tengo muy claro aquí, en algún recóndito lugar de mi cerebelo.

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