APRENDIZAJE CONTINUO

Durante varios años he mantenido la idea de que las cosas deben decirse a la cara y cuanto antes, así nos ahorraremos tiempo en mantener mentiras o en dar explicaciones, las verdades duelen mucho pero las mentiras o los adornos lo hacen durante más tiempo y al final siempre se descubre la verdad. Decía un sabio que para ser un buen mentiroso hay que tener muy buena memoria y como yo aunque la tengo no me gusta abusar de ella, prefiero decir las cosas claras y sencillas, para evitarme compliaciones, cuestión de practicidad simplemente.

Sin embargo, recientes acontecimientos y conversaciones me han hecho recapacitar y evolucionar un poco esta tendencia autoinducida.

El sábado por la noche, después de estar un par de horucas tomando sidra, el Gabi y un servidor nos acercamos hasta la otra punta de Cantabria, Cabezón de La Sal, por variar un poco. Allí entre cafeses y cervezucas, llegamos a la fase confidencial que debe tener toda conversación que se precie, y el muy jodido me hizo ver la conveniencia de saber guardar cartas en el estúpido juego de la seducción. No es algo que yo vaya a usar muy a menudo (por convicción), pero como nunca se sabe, es conveniente saber cómo y cuándo jugar y que pasos dar ... volviendo a los sabios, hay que conocer al enemigo como te conoces a ti mismo, y para ello nada mejor que estarse quieto y observar, ya habrá tiempo de poner a tus tropas en marcha, aprovechando un error del rival.

Antes de eso, de salir de casa para tomar las sidras, llegó el turno de mi padre. Hacía mucho tiempo que no tenía bronca con él, y claro, durante todo este tiempo he hecho "tantas cosas mal" que él, en su augusta sabiduría, ha ido conservando y acumulando para, llegado el momento oportuno, soltar de golpe. El momento fue el sábado, a punto estuve de entrar en su juego, pero la intuición me dijo que mejor no, que aguantara el chaparrón a sabiendas de que él estaba equivocado y que ya llegará el momento de la revancha, porque desde luego, él no es el arquetipo de padre perfecto y la ha cagado múltiples veces, la más reciente hace poco cuando por un descuido por su parte no conseguí un puesto de trabajo que tenía en el bolsillo ... esta me la guardo para cuando corresponda.

Y antes aún de todo esto, el viernes tuve una enganchada vía foro de mierda, con un nacionalisto de esos que tan bien me caen. La sucesión de mensajes, mogollón de "RE:" me dejó bien clara una cosa, con cualquier extremista es mucho mejor otorgarle la perra gorda y que se lo crea, a perder un sólo segundo tratando de hacerle ver una realidad que es bien distinta a la que, su bien aleccionado cerebro, está costumbrada, por lo que dejé de entrar en su juego dialéctico y le dí motivos para creer que ha sido una victoria suya ... me guardo en el tintero un legado histórico que ya quisiera tener, haber pasado la convulsa etapa de la Reconversión Industrial de los 80, haber participado en primera línea de batalla en la revueltas estudiantiles del 86 (la famosa LODE), ser número dos en las listas de un partido revolucionario y mogollón de historias paralelas a estas como para que luego me suelte que "él tiene más experiencia que yo", vamos a ver, que cuando él aún era un prototipo de espermatozoide yo ya estaba en la calle ... pero bueno, que ya llegará el día en que me toque a mi preguntarle que tal lleva su lucha desde ese bonito despacho que ha conseguido jejeje, nos conocemos todos y la historia se repite mil veces, y al final, como decía nuestro tercer sabio del día, hay que desconfiar de aquel que no haya sido de izquierdas en su juventud, pero, recordando que lo que natura no da, Salamanca no presta.

También es cierto que hay cuestiones en las que no se pueden dar rodeos, esas sólo se saben porque sientes que deben ser así, cuando alguien es manipulado y al tiempo está tan ciego que sólo sirve para reir las gracias y encima se carece de la necesaria asertividad para salir del hoyo que uno mismo ha cavado, ese tipo de situaciones me enervan y me llaman a decir sin tapujos lo que pienso; o cuando alguien trata de aprovechar si situación de poder (real o ficticio) para que los demás sean simples marionetas en sus acciones, es entonces cuando lo mínimo que puedo decir es que el primero es un hijoputa y el segundo es un débil y no puedo perder el tiempo más que lo mínimo imprescindible en tratar de enseñar al segundo, que el primero ya sabe bastante y lo utiliza.

¿Cómo se llega a decidir cuando hablar y cuando callar?, supongo que sólo el tiempo lo enseña, eso y una cierta predisposición al aprendizaje, a oir, ver y aprender (que no callar). Tener una mente mínimamente analista ayuda, sobre todo observando las reacciones del personal ante mis actos y un poco de caracter, bien innato, bien adquirido, pero caracter al fin y al cabo. Y sobre todo no tener reparos para saber pedir perdón o remordimientos cuando sabes que has obrado bien aunque la peña se te mosquee.

Un poco caótico todo este pensamiento, pero ya se sabe que en esta vida sólo una cosa es segura.

Resumiendo: cada cosa tiene su tiempo y su tempo, aprende y actúa.

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