DE CANARIOS, GUSANOS Y HOMBRES

Tengo un canario, y no, no es una metáfora, es un pájaro de verdad, de esos que cantan y cagan. Se llama Chito y fue mi más fiel compañero de piso allá en mi tierna época de "emancipated" y como todo lo demás, volvió a casa cuando le llegó el turno.

Lleva cinco años viviendo aquí (salvo ese paréntesis de independencia) y desde el principio dejó bien claro que era el dueño del barrio, por medio de sus trinos y gorgojos no hay ningún otro pájaro en el vecindario que le pueda hacer sombra. Vivimos en un séptimo y muchos días, cuando llegaba al mediodía de clase o para comer, desde el aparcamiento le escuchaba, con lo que queda patente que es "el puto amo".

Todos los meses de agosto, desde que llegó, se queda apagado y mustio. comienza para él una dura temporada, la época de mudar el plumaje. Durante algo más de un mes no hace otra cosa que sustituir "ordenadamente" las más de 3000 plumas que tiene, desde las remeras de la cola hasta el plumón del pico. Para él es un período agotador y por eso deja de cantar y apenas se mueve; pero es un mal necesario, debe renovar el plumaje para seguir optando a conseguir los favores de alguna canaria que pudiera acercarse. Las plumas de un pájaro son como nuestra piel, que se renueva cada poco tiempo. Pero la diferencia principal es que estamos hablando de un bicho de poco más de 100 gramos de peso, es normal que se quede sin fuerzas hasta que llegue el momento de volver a adueñarse de lo que es suyo por derecho. Y mientras va sustituyéndolas se ahorra el pasar tanto calor como (se supone) hace en agosto.

Hace mucho tiempo, apenas empecé a escribir este cuaderno de Bitácora, os conté un cuento:
Un sabio iba caminando y encontró un gusano de seda luchando por salir del capullo. Se revolvía, empujaba, se esforzaba, pero a duras penas podía salir de su prisión. Entonces el sabio, decidió echarle una mano y abrió un pequeño agujero en el capullo de seda, por donde salió el gusano sin dificultad alguna. Pero vió el sabio que el gusano apenas se movía, y observó y siguió observando, el gusano no se movía ... y entonces se fue entonces el sabio y llegó a su casa. Y, por casualidad, cogió una revista ... por casualidad la abrió por una página ... por casualidad resultó ser un artículo sobre las mariposas y, por casualidad, leyó que los gusanos las tienen que pasar muy putas en el capullo, luchar sin freno por conseguir salir y transformarse en las más bellas y fuertes mariposas que pueda haber. Fue entonces cuando el sabió comprendió que el gusano no había recibido el beso de un Dios, y por ello murió.

A poco espabilados que seais, descubrireis la moraleja del cuento, la aplicación del simil con mi canario y lo que va a suceder después.

Estoy en plena temporada de introspección, como todos los años por esta época, llega el bache existencial que hay que superar y para empezar he llegado a una doble conclusión:

1- debo hacer como Chito, y renovar el plumaje; antes de que empeceis a hacer chistes graciosos y bastante fuera de lugar, aclaro que el plumaje gran parte de aquello que me rodea y que he estado acumulando desde hace hace tiempo y que a la larga se ha convertido en una odiosa carga. Todo aquello que no me aporte nada va a irse a la basura sin remisión, sindrome de Diógenes el justito;

2- debo ser como el gusano, pasarlas un poco putas, aprender de ello una vez más, y salir de nuevo reforzado para llegar al sitio que me he fijado. Pero esto es como un rito, y hay una serie de pasos inevitables que debo seguir, primero encerrarme, después prepararme, más tarde luchar y por último afrontar.

Si salgo bien de todo ello, se que ganaré ... cerrar círculos.

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