EL PORQUÉ DE LAS COSAS

He decidido aplicar desde ahora, desde este tiempo, una política de no preguntarme razones o necesidades; creo que ya lo he dicho en anteriores entradas, simplemente quiero adaptarme a lo que venga y disfrutarlo porque si ocurre algo es porque tiene que pasar, por mucho que le de vueltas o lo medite está ahí y punto.

Es la aplicación de aquello de si el mal tiene solución porqué afligirse, si no la tiene porqué afligirse ... que ando yo muy zen jejeje.

Pero no he podido dejar de asombrarme al ver que en este tiempo tan folki que estoy disfrutando, la razón del mismo tenga que haberla encontrado, de repente, en el gran mal que antaño me desquició.

Corrían los primeros días del verano del año 2002 cuando, ante la perspectiva de tener que buscar otros planes (ya que los que tenía se vieron súbitamente destruidos), me "animaron" a acudir a una quedada de la recién descubierta Comunidad de Amigos del Folk. Éramos apenas una docena de personajes y sólo nos conocíamos por un foro que acababa de nacer.

Como decía, me animé a ir pese a que todo era gris ... y salió genial, tuve mi primer contacto con otra gente que seguía el folk y lo vivía más o menos como yo; a pesar de llevar muchos años acudiendo a conciertos y festivales nunca había entablado comunicación con quien estuviera fuera de mi círculo, que ni de coña eran folkis, simplemente les molaba el ambiente festivo que en los praus se respiraba.

Pero todo cambió a raíz de esta experiencia, acudir a los eventos dejó de ser una odisea de soledad y poco a poco, con mi nuevo nombre de batalla (ya que Merlin nació como tal por ese entonces), y mi "don de gentes", me fui haciendo un círculo de amistades, creciente, con las lógicas y normales desilusiones, pero siempre al pié del cañón, o en el jontronal :-)

Y hasta aquí llegamos, ahora me conoce mucha gente, no sólo de Cantabria, y he metido un pié en la Asociación de Festivales, por medio de otra de esas jugarretas del destino ... la historia de Merlin el folki continúa y crece.

Quien me iba a decir a mi en aquel momento que tan chungo estaba, que siete años después iba a estar donde estoy ... otra catarsis vivida y de la que sólo ahora soy consciente, y de la que debo estar agradecido a quien corresponde, aunque, paradójicamente, nunca lo sabrá hasta que el destino, de nuevo, mueva ficha.

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