DÍAS E HISTORIAS

Las Leyes de la Estupidez Humana, de las que aquí hemos hablado varias veces, tienden a repetirse de manera constante, lo que da fe de su valor absoluto como verdad universal, y obligan a tenerse en cuenta a cada momento. Yo aprendí esa lección hace tiempo y por tanto su ciclotímica repetitividad ya no me sorprende, y he creado un estilo propio para cuando me toca tratar con ese "ser estúpido".

En la obra tengo dos, un autoendiosado encargadillo del tres al cuarto, a quien llamo cariñosamente "Ladilla" y un capullín crecido en tiempos de bonanza ladrillera y que ahora mendiga trozos de pan, al cual conozco como "Patán". Tengo otros algo menos estúpidos, pero son tan poquita cosa que ni siquiera merecen ser nombrados.

Del primero, Ladilla, tuve mi primer encontronazo a las pocas semanas de empezar, es la típica persona que quiere estar al tanto de todo, pasando por encima de las competencias de los demás, y que no duda en agacharse a chupar pollas si cree que eso le puede servir para medrar (cosa difícil a sus ya bien superados 50 años); pues bien, intentó darselas de listillo conmigo haciendome ver que no sabía los nombres técnicos de unos elementos propios de la estructura que levantan sus obreros, pero la jugada le salió mal pues yo ya había hecho los deberes y me había informado por mi cuenta (es la ventaja que tiene ser alguien que no duda en preguntar lo que no sabe). Y lo mejor de todo fue cuando ante mi "orden" de levantar unas botellas de gases comprimidos, acción recogida en el Plan de Seguridad, el me salió con chorradas sin sentido, vamos que no lo apetecía "obedecer" y le pregunté si conocía lo que era un gas licuado y las leyes de los gases perfectos, le reté a que si sabía eso yo mismo levantaría la botella en cuestión con mis manos ........... minutos después lo tuvo que hacer él :-)

Del segundo, Patan, poco más que añadir a ese nombre que todo lo dice, si acaso reseñar una divertida historia que tuvo lugar hace unos quince días. Yo suelo dejar cierto margen de maniobra a la obligación de usar ciertos Equipos de Protección Individual, a saber: chalecos, ropa de trabajo de manga larga, botas, casco y gafas de seguridad; y contra todo pronóstico no es el casco lo que más molesta sino las gafas, y más aún a nuestro "entrañable" Patán. Pues bien, el acuerdo tácito al que hemos llegado, viendo yo la inconveniencia y no necesidad de usar 10 horas al día las nombradas gafas, es que en cuanto veo visitas de cierto nivel a la obra aviso de la obligatoriedad de ponérselas sin rechistar. Llegamos a ese día y veo que viene un preboste de la fábrica, todos se las ponen salvo el estúpido en cuestión que me dice que "los de seguridad estudian para no trabajar". Tamaño argumento se merece una rápida respuesta, seguro que muchos de vosotros ya la habeis adivinado: "si, y en cambio los necios como tú se dedican al encofrado". Huelga decir que su consiguiente reacción fue la violenta, pero para entonces ya le había dejado fuera de juego y sabedor, pese a sus palpables limitaciones, de su inferioridad, tanto física como intelectual y de poder, no le quedó otra que ponerse las gafas.

Desde entonces han venido haciéndome la puñeta, pero no me importaba, si, reconozco que algún día he salido de bastante mala ostia del curro, pero eso se queda allí, porque sabía que mi día llegaría antes o después .... y ha sido hoy.

Como privilegiado que soy en el cauce de la información, ayer al salir del curro me enteré de algo que iba a suceder hoy, relacionado con temas de control de acceso y documentación no presentada, algo que involucraba a ambas personas, siendo el segundo subcontratado de la empresa del primero. Patán no ha podido entrar a la obra hasta mediodía mientras que Ladilla no ha podido rematar tajos por no tener personal, lo que se traduce en la consiguiente pérdida de dinero. Yo podría haber intervenido para agilizar los trámites, pues tengo "enchufe" en el departamento que lleva este tema, pero, sinceramente, no me ha salido de las pelotas hacerles el favor. Ellos no lo saben y se tiran de los pelos por su necedad manifiesta cuando se les requirió dicha documentación y no lo llevaron a cabo, por tanto, ante su estupidez demostrada y por la "putada" que les he hecho al limitarme simplemente a mi trabajo (cosa que me obliga a hacer Ladilla, el autoproclamado encargado de la obra), me he reido dos veces.

Dios, ¡¡me encanta tratar con estúpidos!!

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