MIS HUMOS 2

El pasado fin de semana estuve de visita por Asturias, ya tocaba, y como siempre estuvimos de ronda por alguno de sus establecimientos etílico-gastronómicos, y aquí viene la historia de mis primeras vivencias en estos tiempos sin humo que nos ha tocado vivir.

Primero estuvimos en un pequeño pero agradable chigre de una parroquia cercana al centro de operaciones (perdonará el lector que no ponga nombres), donde antaño se daban cita los habituales del lugar a echar una sidra y unas risas, con el cigarrón de por medio. Ahora, por miedo del propietario, a fumar a la puta calle, lo cual, a casi 400 metros de altura sobre el nivel del mar, en pleno mes de enero, habiendo anochecido ya, resulta ser una temeridad, mas era lo que había, jarra de cerveza en mano estábamos más gente fuera que dentro, una incomodidad que dió como resultado el que mucha gente prefiriera emigrar a casa que quedarse allí.

Pero antes decidimos picar algo, y dimos con nuestros helados huesecillos en un restaurante cómodo ... pero vacío, apenas un cliente había. El hambre apretaba y decidimos quedarnos, salir de cuando en vez a echar el pitillo; el dueño acordaba con nosotros que la situación era patética, que desde el dos de enero ese era el panorama, un solo cliente por noche, mal pintan las cosas.

Y después de esta experiencia nos separamos, parte del grupo se fue a casa y nosotros decidimos, ya que era viernes noche y no había que madrugar al día siguiente, ir a tomar una más a la cervecería de siempre, un lugar donde siempre hay mucha gente y se está bien. Y al llegar, más de lo mismo, apenas seis personas (un 20% de lo normal), dos camareros echando a suertes quien atiende al siguiente cliente, más que nada para no aburrirse, y una desolación palpable, sólo faltaban las balas de paja rodando por la puerta del local.

En condiciones normales hubieramos echado una segunda y hasta una tercera ronda, pero la cosa no daba para más, si cada vez que te apetece echar un pitu tienes que irte a la calle, es una mierda, si, los no fumadores estarán encantados con el aire limpio, pero no se les veía por ninguna parte. Cuanto bramaban y se alegraban de que ahora podrían salir sin miedo a la peste ... pero no salen, no se les ve. Negro futuro les auguro a los hosteleros, yo sigo pensando que llegará el momento de la normalización, que pasará el momento del miedo a la sanción, que la gente querrá volver a los locales a tomar una cerveza, o dos, o tres, y al dueño le sudarán los cojones las leyes anti-fumadores que haya ... el gobierno, incapaz como siempre, va a conseguir cargarse el último sector económico rentable que quedaba, con aquello de la europeización de España conseguirá que los turistas, cuando vengan, nos vean ya no como el lugar donde hacer lo que en su pais no podía, si no como la misma mierda que en origen, y por tanto dejarán de venir, ¿para qué?.

¿Y los autóctonos?, pues nada, felices los no fumadores porque "pueden" ir a los bares, cuando quieran (a ver si quieren, porque ni están ni se les espera), y los fumadores, en el sillón de casa, con cerveza de lata comprada en el super, viendo el partido en la tele, con amigos, y echando el cigarrito sin que haya problemas con ciertos talibanes.

Amen, sigo pensando que como en casa en ningún sitio.

Cartel que vi en el sitio de picoteo.
Viva el talante, josdeputa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como dice un amigo mio no solo mata el tabaco, ahora también lo hace el frío. xDDDDDD

Yo al bar ahora entro solamente a comprar tabaco, que no hay un puto estanco cerca y ¡¡¡APESTA!!!

Poquisimos clientes y un sano olor a fritango que me impregna el pelo y la ropa y tengo que meterme en la ducha en cuanto llego.

El humo de los calamares fritos me hace toser y se me pega a las arterias subiendome el colesterol.

Ainss que me daaaaaaa!!!!!!