CUALIDADES

Damos comienzo a una nueva etapa de reflexión e introspección en el blog, algo a lo que ya está más que acostumbrado y que no podía ser de otra manera con el nombre que tiene, Autodiván, el sitio donde yo mismo me autoanalizo y trato de llegar a algún sitio.

He llegado a dos conclusiones en este primer mes de verano (se lo juro, señora). Por un lado soy una persona propensa a recoger y acumular cosas, algunas de ellas me son necesarias y otras son simplemente superfluas, y además soy también bastante apegado a ellas, sea lo que sea siempre pienso "me puede servir para....", y así, voy acumulando y acumulando. Llega un momento que mi espacio vital (tanto real como imaginario) se ve repleto de cachivaches y personajes, tanto que me impide mirar por encima de ellos y poder seguir avanzando.

Al mismo tiempo, acumulo hartazgo, de manera progresiva, hasta que llega el momento del inevitable estallido por sobrepresión, y entonces me deshago, sin miramientos, de mucho de ese lastre, y digo de mucho, no de todo, tiendo a hacer un reciclaje de parte de lo acumulado, más por nostalgia que por practicidad, lo que me lleva a un nuevo comienzo de la temporada de recogida.

En algún punto ese círculo vicioso se debe romper y creo, sinceramente, que debe serlo en la fase de eliminación, esto es, deshacerme de lo que de verdad no me sirve para nada, que es simple sobrepeso y no tiene ninguna otra función real, llenar el contenedor de basura y darle puerta de manera definitiva, que sea otro el que, si quiere, recicle, y si no, que llegue al vertedero y allí acabe sus días como deba.

Sin sentimientos ni nada, creo que debo volver a los tiempos del "melapelismo", aquellos en que sabía ser feliz sin artificios ni necesidades sociales no satisfechas, aquellos en que mi nivel de acumulación era bastante cercano a cero, todo lo demás, sobra.

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