INVERSIÓN PARABOLOIDE

Estoy convencido que la vida a veces nos ofrece oportunidades que la mayoría de las veces nos pasan desapercibidas, bien porque sus manifestaciones son demasiado sutiles para nosotros o bien porque las circunstancias que nos rodean en ese momento nos impiden verlas claramente.

A nadie le sorprenderá si afirmo que estoy en uno de los momentos vitales más chungos de mi vida, con un vacío existencial que bordea con la depresión profunda (para beneplácito de psicoterapeutas) y no entiendo muy bien de donde estoy sacando fuerzas para que esto no me aplaste como un insecto, el caso es que aquí sigo, comiéndome con patatas todas mis buenas acciones que algún día quise que fueran recompensadas, la eterna cantinela del "de bueno a tonto hay un pasuco" y para mi ya es una marcha de larga duración.

Y tampoco se muy bien de donde me ha venido la idea, la señal, la oportunidad, pero esta mañana me he levantado pensando que ir cuesta abajo es una buenísima manera de coger impulso para cuando llegue la cuesta arriba, la nueva generación ciclotímica ... preparando lo que vendrá a ser.

Me gusta pensar en este momento que lo que va a suceder a corto plazo va a ser demoledor, porque las decisiones que tengo que tomar y que voy a tomar por mi propia supervivencia van a ser peores que la explosión de la bomba Tsar, voy a sufrir un dolor como nunca en mi vida he sentido y todo ello va a ser necesario para dejar de ser el imbécil pagafantas que pone buena cara aún cuando malgasta su tiempo, sus ganas y su ilusión.

Va a ser la inevitable continuidad a la limpieza iniciada, la liberación del peso muerto que se empeña en seguir negándome la evolución. Y eso va a suceder justo cuando la parábola de descenso va a llegar a su vértice, el momento de la inversión, liberarme de ese peso va a unirse a la carrerilla tomada, el ascenso será duro, pero será más ligero.

Si, se que estas son reflexiones mentales de Cadena 100, pero a mi me sirven para volver a ser, que es lo que me importa.

FÉNIX DE OTOÑO

Ay, otoño, otoño, la meláncolica estación del año en la cual todo se vuelve amarillo y ocre, la muerte después de la vida ... la necesaria muerte para volver a nacer, quizá por eso los antiguos mitos decían que el Fénix era de esos colores otoñales, la mítica ave que moría para volver a la vida, renaciendo de sus cenizas, renaciendo de sus propia muerte, como la Naturaleza que obliga a los árboles a morirse un poco, a perder su vida verde, convirtiéndola en marrón, transformarse en cenizas que aporten nutrientes para sobrellevar el frío invierno... renaciendo, una vez más.






Y, como el fénix, como el otoño, estamos en ello, muriendo para renacer.

OTRA VEZ

Si por algo esta canción nació el mismo año que yo ....