Me lo merezco.
Justo cuando casi había acabado de hacer todo el embrollo burocrático a fin de recuperar mi documentación y otras pertenencias que viajaban en mi adorada cartera roja (regalo de Marisa por otra parte) va la hijadeputa y aparece en un rincón de la cama, allá donde el colchón se une a la madera y que es (Murphy dixit) el sitio más improbable donde podría haber llegado y al tiempo el más complicado para haberla encontrado.
¡Ole sus huevas!.
Ahora me encuentro con un DNI antiguo y el moderno DNIe, con un carnet de conducir en vigor y una autorización especial para conducir durante tres meses hasta que me llegue el nuevo, con dos tarjetas de crédito si bien una de ellas está anulada, y lo mejor de todo, no tengo que ir al Centro de Salud a solicitar una nueva tarjeta médica, y es que, una vez más, no hay mal que por bien no venga. Declaro todo este período de indocumentación oficialmente cerrado y me dedico a tocarme los innombrables de aquí ad-perpetuum.
Y ayer, si, ayer, una semana después de lo previsto, firmé la carta de liquidación con el convencimiento tanto de mi ya ex-jefe y el mío propio (modestia inexistente) de que no ha sido la negligencia de uno ni del otro la que nos ha llevado a esta situación, si no más bien la incompetencia manifiesta y el amiguismo que existen en el interior del complejo donde he estado los anteriores tres meses.
En el pasado ya hablé aquí del Principio de Peter según el cual "en una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia", y allí he tenido la prueba más palpable de que esta afirmación se acerca vertiginosamente hasta la tautología lógica, o lo que es lo mismo, cambiando cualquier variable o modificador se sigue obteniendo un resultado verdadero; da igual lo que haga la señorita "culo-gordo" o el inefable ingeniero "mangas-verdes-remangadas", el resultado es una probada imbecilidad, falta de ética, y simples ganas de tocar las pelotas, debido quizá a una vida sexual aburrida o inexistente, que todo podría ser: ya que no jodo en casa, lo hago en el trabajo, donde soy poco menos que intocable .... lo cual no deja de tener su gracia.
Pero sea ya, amen, me voy a fumar un cigarro a su salud, sin tener ya que hacerlo en un fumadero exterior sometido a las inclemencias del tiempo, a la influencia del amianto en las proximidades y sus conocidos efectos sinérgicos con el tabaco, o sin tener que atravesar las baterías de torres de refrigeración de las que nadie nos habló pese a su más que visible existencia y probada complicidad cuando de legionelosis se trata, sin hablar, por supuesto, del 1-3 butadieno altamente inflamable y carcinogénico del cual sigo esperando la información pertinente del último escape .... ¿seguridad?, ¿qué es seguridad?, me preguntas clavando en mi pupila tu pupila azúl .... seguridad no eres tú ... ¡¡culo-gordoooooo!!.
(Pero que bien me he quedado, juassssssssss).
PD: preparando escapada campestre de fin de semana.
Justo cuando casi había acabado de hacer todo el embrollo burocrático a fin de recuperar mi documentación y otras pertenencias que viajaban en mi adorada cartera roja (regalo de Marisa por otra parte) va la hijadeputa y aparece en un rincón de la cama, allá donde el colchón se une a la madera y que es (Murphy dixit) el sitio más improbable donde podría haber llegado y al tiempo el más complicado para haberla encontrado.
¡Ole sus huevas!.
Ahora me encuentro con un DNI antiguo y el moderno DNIe, con un carnet de conducir en vigor y una autorización especial para conducir durante tres meses hasta que me llegue el nuevo, con dos tarjetas de crédito si bien una de ellas está anulada, y lo mejor de todo, no tengo que ir al Centro de Salud a solicitar una nueva tarjeta médica, y es que, una vez más, no hay mal que por bien no venga. Declaro todo este período de indocumentación oficialmente cerrado y me dedico a tocarme los innombrables de aquí ad-perpetuum.
Y ayer, si, ayer, una semana después de lo previsto, firmé la carta de liquidación con el convencimiento tanto de mi ya ex-jefe y el mío propio (modestia inexistente) de que no ha sido la negligencia de uno ni del otro la que nos ha llevado a esta situación, si no más bien la incompetencia manifiesta y el amiguismo que existen en el interior del complejo donde he estado los anteriores tres meses.
En el pasado ya hablé aquí del Principio de Peter según el cual "en una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia", y allí he tenido la prueba más palpable de que esta afirmación se acerca vertiginosamente hasta la tautología lógica, o lo que es lo mismo, cambiando cualquier variable o modificador se sigue obteniendo un resultado verdadero; da igual lo que haga la señorita "culo-gordo" o el inefable ingeniero "mangas-verdes-remangadas", el resultado es una probada imbecilidad, falta de ética, y simples ganas de tocar las pelotas, debido quizá a una vida sexual aburrida o inexistente, que todo podría ser: ya que no jodo en casa, lo hago en el trabajo, donde soy poco menos que intocable .... lo cual no deja de tener su gracia.
Pero sea ya, amen, me voy a fumar un cigarro a su salud, sin tener ya que hacerlo en un fumadero exterior sometido a las inclemencias del tiempo, a la influencia del amianto en las proximidades y sus conocidos efectos sinérgicos con el tabaco, o sin tener que atravesar las baterías de torres de refrigeración de las que nadie nos habló pese a su más que visible existencia y probada complicidad cuando de legionelosis se trata, sin hablar, por supuesto, del 1-3 butadieno altamente inflamable y carcinogénico del cual sigo esperando la información pertinente del último escape .... ¿seguridad?, ¿qué es seguridad?, me preguntas clavando en mi pupila tu pupila azúl .... seguridad no eres tú ... ¡¡culo-gordoooooo!!.
(Pero que bien me he quedado, juassssssssss).
PD: preparando escapada campestre de fin de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario