El otro día me puse a recordar a aquella "gran" maestra que tuve durante muchos años de mi niñez, esa etapa que tanto hace para que te desarrolles como persona, de acuerdo con tus potenciales ... y vaya, llegué a un punto de recuerdos que ahora me sirven que ni pintados en esta campaña NTI ("nosce te ipsum").
Resulta que en mi colegio existía una cosa llamada Cuadro de Honor en el cual aparecían los nombres de los mejores estudiantes de cada curso y de cada etapa de aquella EGB antigua, y qué quereis que os diga, desde que llegué a aquel colegio en 2º, mi nombre siempre estuvo en primera línea, mejor aún, el único chico que allí estaba, todos los demás nombres eran de chicas.
Aquello del Cuadro de Honor servía como estímulo a mejorar las notas y al final de curso nos daban algunos regalillos, cutres si, pero conllevaban el honor de estar entre los mejores, o de ser El Mejor.
Y así llegamos hasta 4º, momento en el que apareció en mi vida esa profesora, conocida por todo el colegio por ser de esas feministas extremas de aquellos años de transición, duras como las putas piedras y que no le hacían ascos a humillar a cuanto machito se le pusiera por delante, niños incluidos ... por tanto deducireis que me tocó sufrirla de ese modo y por una jugarreta del destino y de la mala baba de aquella "mujer" mi nombre desapareció per secula seculorum de cualquier registro del Cuadro de Honor del colegio.
Una travesura en la hora del recreo significó que cayera en desgracia y me impusieran el sambenito de "niño problemático" con el cual estuvieron de acuerdo mis padres y todos los profesores: participamos diez chavales en la rotura de un cristal de la casa de la bruja de al lado que no nos devolvía nunca el balón ... el único represaliado fue, por imposición de mi "querida tutora", este vuestro humilde narrador.
Supongo que ese acontecimiento me llevó a pensar que para que coño sirve esforzarse en ser el primero si cualquier hij@ de puta te lo va a arruinar porque le sale de sus "instintos" ... y asi soy a día de hoy, no me interesa para nada la competición, el número uno, la medalla de oro ... eso se lo dejo a otros, aunque si que echo en falta algún que otro reconocimiento, pequeñas palabras que dichas en el momento oportuno me sirven mucho más que cualquier regalo y cuando no las recibo vuelvo a ser aquel niño que vió como le robaban su primer puesto.
Resulta que en mi colegio existía una cosa llamada Cuadro de Honor en el cual aparecían los nombres de los mejores estudiantes de cada curso y de cada etapa de aquella EGB antigua, y qué quereis que os diga, desde que llegué a aquel colegio en 2º, mi nombre siempre estuvo en primera línea, mejor aún, el único chico que allí estaba, todos los demás nombres eran de chicas.
Aquello del Cuadro de Honor servía como estímulo a mejorar las notas y al final de curso nos daban algunos regalillos, cutres si, pero conllevaban el honor de estar entre los mejores, o de ser El Mejor.
Y así llegamos hasta 4º, momento en el que apareció en mi vida esa profesora, conocida por todo el colegio por ser de esas feministas extremas de aquellos años de transición, duras como las putas piedras y que no le hacían ascos a humillar a cuanto machito se le pusiera por delante, niños incluidos ... por tanto deducireis que me tocó sufrirla de ese modo y por una jugarreta del destino y de la mala baba de aquella "mujer" mi nombre desapareció per secula seculorum de cualquier registro del Cuadro de Honor del colegio.
Una travesura en la hora del recreo significó que cayera en desgracia y me impusieran el sambenito de "niño problemático" con el cual estuvieron de acuerdo mis padres y todos los profesores: participamos diez chavales en la rotura de un cristal de la casa de la bruja de al lado que no nos devolvía nunca el balón ... el único represaliado fue, por imposición de mi "querida tutora", este vuestro humilde narrador.
Supongo que ese acontecimiento me llevó a pensar que para que coño sirve esforzarse en ser el primero si cualquier hij@ de puta te lo va a arruinar porque le sale de sus "instintos" ... y asi soy a día de hoy, no me interesa para nada la competición, el número uno, la medalla de oro ... eso se lo dejo a otros, aunque si que echo en falta algún que otro reconocimiento, pequeñas palabras que dichas en el momento oportuno me sirven mucho más que cualquier regalo y cuando no las recibo vuelvo a ser aquel niño que vió como le robaban su primer puesto.
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