Ay, otoño, otoño, la meláncolica estación del año en la cual todo se vuelve amarillo y ocre, la muerte después de la vida ... la necesaria muerte para volver a nacer, quizá por eso los antiguos mitos decían que el Fénix era de esos colores otoñales, la mítica ave que moría para volver a la vida, renaciendo de sus cenizas, renaciendo de sus propia muerte, como la Naturaleza que obliga a los árboles a morirse un poco, a perder su vida verde, convirtiéndola en marrón, transformarse en cenizas que aporten nutrientes para sobrellevar el frío invierno... renaciendo, una vez más.
Y, como el fénix, como el otoño, estamos en ello, muriendo para renacer.
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