ESTEREOTIPO

La sociedad y su evolución nos imponen una serie de roles que debemos cumplir para demostrar lo "civilizados" que somos. Nos dice como debemos ser y comportarnos, el papel que tenemos que desarrollar para no ser una oveja descarriada. Y a nosotros sólo nos queda la opción de aceptarlo sin discusión o, de lo contrario, nos encasquetarán la etiqueta de problemáticos.

Ese hecho, el ser un rebelde social, es algo que nunca me importó, toda vez que esa sociedad en la que estoy incluido me ha sido impuesta, es algo que me ha tocado en suerte y, como no ha sido una decisión que me dejaran tomar en su momento, lo que pueda o no pensar acerca de mi, de mi comportamiento y de mis decisiones, es algo que, simplemente, me la suda.

Por esa regla de tres lo que piense mi familia de mi tampoco debería importunarme, toda vez que tampoco la he elegido yo, pero aquí interviene el factor de lo emocional.

Es innegable que tengo un respeto y un cariño hacia mis padres y hermanos, pero me han encasquetado unos roles tradicionales que chocan de frente con lo que yo quiero, y ahí surje el conflicto emocional, porque en cualquier momento, sobre todo mi padre, salta, aprovechando el más mínimo descuido por mi parte o el comentario más inocente, me recuerda que no soy el hijo que debo ser.

No tengo estudios superiores como mis hermanos (uno emigró a 1000 kms y la otra a sus 33 años ha encontrado su primer trabajo), no tengo un trabajo estable (como si fuera algo fuera de lo habitual), no tengo una vida "normal", es decir, no tengo interés por hipotecarme, no quiero dejar de lado mis inquietudes musicales, me gusta ir de acampada ... en pocas palabras, lo que yo quiero y lo que él entiende como lo que debo hacer no son compatibles y nunca lo serán.

Anoche, en medio de una improvisada cena familiar aprovechando la visita de mi hermano, su mujer y mi sobrinuca, me lanzó el ostión de lo dificil que es organizar algo "familiar" contando conmigo; claro que visto desde su prisma tradicional, si lo hiciera desde el mío se daría cuenta de que los intereses comunes no existen, de hecho no le veo yo con muchas ganas de asistir a alguno de los eventos a los que voy, por mucho que alardee de su gusto por la música tradicional ... eso si, vista por la tele, nunca en un teatro o en un prau.

Cuando jugaba al futbol de chavalín jamás vino a verme, ni cuando era "alguien" en el billar, ni en mis conciertos, ni en mis tocatas ... y ahora me echa en cara que no podemos ir a comer todos juntos porque el sábado me voy de festival y debemos conformarnos con una cena el jueves noche.

Está claro que esto está a punto de estallar, ahora que se ha jubilado se pasa todos los días en casa, todas las horas, salvo un ratillo que sale los viernes para tomar un vinillo con sus excompañeros. Y yo, la semana que viene, tendré "vacaciones forzosas", se aumenta el número de horas de coincidencia y por tanto el riesgo también se incrementa, y ni se me ocurre la posibilidad de escaparme de viaje porque, conociéndole, sería peor el remedio que la enfermedad, porque tendría que estar esos días mandando curriculums como un descosido.

Dificil solución, hoy no estoy para pensar mucho en ello ya que su "bienintencionado" comentario (al menos para él) de anoche me ha restado unas cuantas horas de sueño que tanto necesitaba.

Hay que joderse.

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