Lo dicho, se acabo el paréntesis del consumismo navideño y comienza el de las rebajas (decretado por Ley del Corte Inglés) y con esto también ha finalizado el paréntesis de las buenas intenciones, del buen rollito global, a partir de ahora ya está permitido volver a ser tan hijoputas como queramos, ¿todos?, ¡¡no!!. Una aldea poblada por irreductibles humanistas resiste ahora y siempre al invasor, con una poción mágica que les hace invencibles ... SU CORAZÓN.
Pues si, yo soy de esa aldea, me niego a dejarme llevar por ese tipo de decretos, me niego a ceñirme a ser bueno sólo tres semanas al año, yo soy yo sin más, sin sentimientos c0merciales y durante los 365 días (o como el pasado 2004, uno más los bisiestos) procuro ser el mismo, acercarme a la gente, sentirla y ayudarla en lo que esté a mi alcance.
De hecho este último bisiesto he aprendido mucho sobre la gente y he sentido algo nuevo, el rencor, el odio más visceral, algo que jamás había experimentado y es que mi fe ciega en que el hombre es bueno per se me lleva en muchas ocasiones a sufrir malos ratos, perdonables en su mayoría una vez analizadas las causas de este mal rollo, pero lo del año 2004 (curiosamente son los jefes de los dos curros que tuve a principios del año) me ha llevado a conocer el rencor en primera persona.
Sin embargo los acontecimientos que sucedieron después y el recuperar mi tranquila existencia existencia y el reconocer mi completo deseo de sonreir me hizo darme cuenta de que este sentimiento no es un buen compañero de viaje y lo deseché, sin por ello dejar de sentir rechazo a esas dos personas que tanto mal me hicieron, quizá lo mejor que he hecho es simplemente olvidarlas, sin más, aún a pesar de cruzarme casi a diario con una de ellas.
Y todo este rollo para reafirmarme en mis trece, en que no me gusta la imposición de lo que la navidad debe significar, para mi es Navidad todo el año, los buenos sentimientos deben tenerse siempre presentes, no deben estar regidos por fechas del calendario, eso y sólo eso nos puede llevar de una vez por todas a ser la Humanidad a la que supuestamente aspiramos desde hace miles o millones de años.
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