LA MARINERA

A las cinco de la mañana que he llegado a casa, no tengo perdón de dios lo se, pero cuando te lo estás pasando en grande el tiempo pierde su sentido y su significado y de nada sirve mirar algún reloj o móvil para saber que hora es si no tienes ninguna prisa por marchar.

La sesión de ayer en La Tribu fue genial, como siempre, y entre gaitas, bodhran y guitarras abarcamos un gran abanico de sonidos. Lo mejor de estas reuniones es estar con gente de todo tipo, condición social y edad, porque entre abueletes entrañables, gente de mi quinta y nuevas generaciones que vienen arrollando, se puede decir que es una música para todo el mundo esto del folk.

Acabar la noche cantando montañesucas acompañados del rabel de Cadavieco es un lujo que muy pocos pueden permitirse, y que no menos de quince personas canten la misma canción en un bar puede definirse como un paso atrás en el tiempo, cuando no existían esos equipos de millones de watios de potencia que lo único que hacen es joderte la voz e imposibilitar la comunicación; volvamos a exigir que nos dejen cantar en los bares entre cerveza y cerveza, esas canciones de toda la vida cuyos derechos de autor no existen porque nadie sabe quien las hizo :-)

Una de las últimas que cantamos, y que se ha convertido en todo un himno en estas reuniones, fue esta preciosa habanera, obra de Chema Puente uno de esos locos que decidió dedicarse a recuperar la tradición rabelística de Cantabria. En ella habla de mi ciudad (y la suya), muchas veces he despotricado contra Santander y sus gentes, pero si pudiera volver atrás en el tiempo, cuando la gente estaba orgullosa de sus raices y el americonamiento no nos había alcanzado, seguro que en ese cuando yo también sería capaz de hablar bien de mis vecinos y por extensión de mi ciudad.

Me quedo con esa sensación, de que hubo un tiempo en que Santander sería capaz de hipnotizar a cualquiera, a mi incluido, y os dejo con la letra de "Santander, La Marinera":

Paseando por tus calles, me encontré un son de habanera
quizás la perdió un soldado, que de Cuba regresó
Se me enredó en la memoria, me hizo un tiempo compañía,
y una racha de nordeste, y una racha de nordeste
a tus calles devolvió.

Santander la marinera, es la que más quiero yo,
la que tiene azul el alma y al viento su corazón.
La que crió a Sotileza, la del hablar cantarina
en el tendal ropa blanca y un jilguero en el balcón.

Me tienes a ti atrapado, en una red invisible
trincado al Barrio Pesquero y a San Martín de la Mar.
Siempre regreso a tu brisa, y a la luna en la bahía,
y por lejos que me encuentre, y por lejos que me encuentre
tu faro siento brillar.

Santander la marinera, es la que más quiero yo,
la que tiene azul el alma y al viento su corazón.
La que crió a Sotileza, la del hablar cantarina
en el tendal ropa blanca y un jilguero en el balcón.

Hay dinamita en tu entraña y el trajinar de los muelles,
viento sur enloquecido y una blusa azul de mar.
En Puertochico te espero, frente de Peña Cabarga,
ponte el pañuelo encarnado, ponte el pañuelo encarnado
y vamos a pasear.

Santander la marinera, es la que más quiero yo,
la que tiene azul el alma y al viento su corazón.
La que crió a Sotileza, la del hablar cantarina
en el tendal ropa blanca y un jilguero en el balcón.