Creo que habiendo pasado ya unas cuantas semanas desde que empecé (volví) a trabajar, va siendo hora de contaros cosillas del sitio en cuestión.
Si mi anterior experiencia dentro del maravilloso mundo del montaje industrial se caracterizó por su "pequeño" formato tanto de estructuras como de personal, esta es diametralmente opuesta pues se trata de tres naves de más de cien metros de longitud cada una, un edificio central de oficinas de unos 30 0 40 más una planta almacenadora de caucho en la que iran unos silos suya punta más elevada se situará a casi 50 metros, hay gran cantidad de maquinaria (desde "manitous" hasta dos, tres o cuatro grúas móviles), todo tipo de equipos de soldadura, encofrados, topografías, montajes de protecciones colectivas .... y momentos puntuales de más de 30 trabajadores.
Todo ello, sumado y revuelto cual coctail, genera una gran cantidad de riesgos que aquí, el menda lerenda, se encarga de prevenir, ese es mi cometido, que todo el personal llegue, al final de la jornada, sano y salvo a casa, amén de velar por la seguridad de las instalaciones y equipos, que se considera propio de un prevencionista.
A día de hoy, y toco madera, salvo un par de golpes sin importancia no ha habido ningún accidente ni incidente, aunque el mal estado que presentan mi pies y tobillos se podrían considerar como riesgos no prevenidos jejeje.
Estoy bastante a gusto en la obra, la gente, si bien no tanto como en la anterior, me respeta y me tiene en cuenta porque la imagen que transmito no es la típica del toca-cojones de seguridad, simplemente velo por su seguridad con educación y buen rollo, mis contínuos paseos por todos los tajos son tomados como momento de "echar unas palabras" mientras les recuerdo las obligaciones que tienen .
Hace dos semanas me desvirgué en la formación a trabajadores, y lo hice por la puerta grande, explicando a un soldador belga, en inglés, cuales eran los riesgos presentes en la obra y que medidas preventivas debía tener en cuenta ... casi nada.
Y el momento de mayor gloria ha sido en el desfile de 60 hormigoneras, desde las siete de la mañana, organizando el tránsito de vehículos y personas de manera que no hubiera ningún problema, acción que no estaba prevista ni redactada en el plan de seguridad, compaginándolo con la llegada de los montadores de las redes a los cuales tuve que paralizar la tarea porque no lo hacían según las órdenes e indicándoles que la solución era mucho más sencilla y, por supuesto, más segura. Ese día todo salió a la perfección y pese al cansancio respiré aliviado al llegar a casa.
Ahora, cuando son las nueve y media de la noche, sólo tengo ganas de cenar un poco y meterme en la cama, me quedan aún dos días de trabajo ... porque el sábado también tengo que ir otras diez horas, horas, que, sirviendo de esperado precedente, van recogidas en la nómina.
Hasta próximas entregas en la vida de este Técnico Superior en Prevención de Riesgos Profesionales.
Si mi anterior experiencia dentro del maravilloso mundo del montaje industrial se caracterizó por su "pequeño" formato tanto de estructuras como de personal, esta es diametralmente opuesta pues se trata de tres naves de más de cien metros de longitud cada una, un edificio central de oficinas de unos 30 0 40 más una planta almacenadora de caucho en la que iran unos silos suya punta más elevada se situará a casi 50 metros, hay gran cantidad de maquinaria (desde "manitous" hasta dos, tres o cuatro grúas móviles), todo tipo de equipos de soldadura, encofrados, topografías, montajes de protecciones colectivas .... y momentos puntuales de más de 30 trabajadores.
Todo ello, sumado y revuelto cual coctail, genera una gran cantidad de riesgos que aquí, el menda lerenda, se encarga de prevenir, ese es mi cometido, que todo el personal llegue, al final de la jornada, sano y salvo a casa, amén de velar por la seguridad de las instalaciones y equipos, que se considera propio de un prevencionista.
A día de hoy, y toco madera, salvo un par de golpes sin importancia no ha habido ningún accidente ni incidente, aunque el mal estado que presentan mi pies y tobillos se podrían considerar como riesgos no prevenidos jejeje.
Estoy bastante a gusto en la obra, la gente, si bien no tanto como en la anterior, me respeta y me tiene en cuenta porque la imagen que transmito no es la típica del toca-cojones de seguridad, simplemente velo por su seguridad con educación y buen rollo, mis contínuos paseos por todos los tajos son tomados como momento de "echar unas palabras" mientras les recuerdo las obligaciones que tienen .
Hace dos semanas me desvirgué en la formación a trabajadores, y lo hice por la puerta grande, explicando a un soldador belga, en inglés, cuales eran los riesgos presentes en la obra y que medidas preventivas debía tener en cuenta ... casi nada.
Y el momento de mayor gloria ha sido en el desfile de 60 hormigoneras, desde las siete de la mañana, organizando el tránsito de vehículos y personas de manera que no hubiera ningún problema, acción que no estaba prevista ni redactada en el plan de seguridad, compaginándolo con la llegada de los montadores de las redes a los cuales tuve que paralizar la tarea porque no lo hacían según las órdenes e indicándoles que la solución era mucho más sencilla y, por supuesto, más segura. Ese día todo salió a la perfección y pese al cansancio respiré aliviado al llegar a casa.
Ahora, cuando son las nueve y media de la noche, sólo tengo ganas de cenar un poco y meterme en la cama, me quedan aún dos días de trabajo ... porque el sábado también tengo que ir otras diez horas, horas, que, sirviendo de esperado precedente, van recogidas en la nómina.
Hasta próximas entregas en la vida de este Técnico Superior en Prevención de Riesgos Profesionales.
1 comentario:
Nada más decirte que me alegro un montón y que lo celebraremos con alguna bebida alcohólica de baja graduación en la mano.
Un abrazo, salao!
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