Dicen los gurús de la blogosfera que la primera ley de la misma es que si no tienes nada interesante que decir es mejor que no digas nada, pero yo creo que la primera debería ser algo así como que todo está permitido, incluso saltarse las leyes (se me entienda que son las leyes de la blogosfera, no las del estado de derecho que tenemos), por tanto, y aunque no tengo nada que decir, nada al menos interesante, voy a escribir algo, sobre todo porque tengo un principio de batiburrillo mental que conviene salvar antes de que se manifieste de otra manera.
Te puede costar toda una vida y parte de otra hacer ver que haces lo correcto, que te dejas la piel en desarrollar una relación social, y, sin embargo, en apenas un abrir y cerrar de ojos todo ese trabajo se va a la mierda, no se la razón, pero gran parte de mis treinta y cinco años de relaciones sociales ahora mismo es como si no existieran, salvo fragmentos de los últimos años. Quizá son los que verdaderamente importan y así son los que se manifiestan, quizá los otros, los que creía importantes no han sido más que amagos de algo sin nombre, indefinibles, y que a la larga se han manifestado como futiles, inútiles y prescindibles.
Ayer fue un día de esos que me gustaría haber borrado del calendario, y no por nada personal, si no porque fue uno de los que menos me ha aportado personalmente de los últimos meses. No voy a desgranar ahora las cosas que llegan a suceder tras recibir una llamada de teléfono con una mala noticia, no para mi, pero si para mi interlocutor, su hermano acababa de morir y en la voz se le notaba que apenas si sabía como digerirlo. Me halaga el hecho de saber que soy uno de "los importantes a quienes llamar" y eso me llevó, inexorablemente, a pasarme casi tres horas a su lado en el tanatorio; hasta aquí todo "genial", pero la máquina mental acababa de entrar en ebullición.
Supuestamente anoche tendría que haber actuado en una sesión al término de un concierto, pero no estaba para bolos, no después de haber visto a mi amigo hecho trizas; fui al concierto, pero a la hora de ponerme a tocar tuve que declinar la invitación, sin dar excusas, simplemente contando lo que había ocurrido y esperando que comprendieran mi posición ... y así fue, los músicos y amigos del panorama folk de Cantabria podrían ser aquellos que recibieran una llamada mía en el futuro, se lo han ganado, sobran las explicaciones.
Hoy toca cena, con mis amigos de siempre, no estoy para mucha chirigota porque se han disparado todas las válvulas de la maquinaria anteriormente nombrada, está en pleno proceso productivo y es de esperar que surja algo positivo (como siempre ocurre al acabar esta fase); estimo que a la segunda copa me levante y me marche, por supuesto que ya saben de mis planes y será el mejor momento para explicárselos al detalle, aunque su apoyo no es importante ya para mi, si que me gustaría que me comprendieran, lo mismo que ayer hizo Marisa cuando se lo expuse serenamente.
No es sólo el plano laboral el que me impulsa a irme de Cantabria, está la necesidad de empezar de cero, lejos de todo lo conocido hasta ahora, esa sensación que vivi en pequeñas dosis cuando marché por primera vez, y esa necesidad que no sacié en aquel momento; ahora no puede haber marcha atrás porque se ha convertido en algo vital.
Espero que Victor, Javi, Ramón, Jose, Iván y Joaquín entiendan mi planteamiento, mi necesidad y mi proyecto. Seguro que lo hacen, nunca me han fallado a pesar de la lejanía que existe en nuestros caminos.
PD: nunca lo leerá, pero Santi, me gustaría mandarte un fuerte abrazo.
Te puede costar toda una vida y parte de otra hacer ver que haces lo correcto, que te dejas la piel en desarrollar una relación social, y, sin embargo, en apenas un abrir y cerrar de ojos todo ese trabajo se va a la mierda, no se la razón, pero gran parte de mis treinta y cinco años de relaciones sociales ahora mismo es como si no existieran, salvo fragmentos de los últimos años. Quizá son los que verdaderamente importan y así son los que se manifiestan, quizá los otros, los que creía importantes no han sido más que amagos de algo sin nombre, indefinibles, y que a la larga se han manifestado como futiles, inútiles y prescindibles.
Ayer fue un día de esos que me gustaría haber borrado del calendario, y no por nada personal, si no porque fue uno de los que menos me ha aportado personalmente de los últimos meses. No voy a desgranar ahora las cosas que llegan a suceder tras recibir una llamada de teléfono con una mala noticia, no para mi, pero si para mi interlocutor, su hermano acababa de morir y en la voz se le notaba que apenas si sabía como digerirlo. Me halaga el hecho de saber que soy uno de "los importantes a quienes llamar" y eso me llevó, inexorablemente, a pasarme casi tres horas a su lado en el tanatorio; hasta aquí todo "genial", pero la máquina mental acababa de entrar en ebullición.
Supuestamente anoche tendría que haber actuado en una sesión al término de un concierto, pero no estaba para bolos, no después de haber visto a mi amigo hecho trizas; fui al concierto, pero a la hora de ponerme a tocar tuve que declinar la invitación, sin dar excusas, simplemente contando lo que había ocurrido y esperando que comprendieran mi posición ... y así fue, los músicos y amigos del panorama folk de Cantabria podrían ser aquellos que recibieran una llamada mía en el futuro, se lo han ganado, sobran las explicaciones.
Hoy toca cena, con mis amigos de siempre, no estoy para mucha chirigota porque se han disparado todas las válvulas de la maquinaria anteriormente nombrada, está en pleno proceso productivo y es de esperar que surja algo positivo (como siempre ocurre al acabar esta fase); estimo que a la segunda copa me levante y me marche, por supuesto que ya saben de mis planes y será el mejor momento para explicárselos al detalle, aunque su apoyo no es importante ya para mi, si que me gustaría que me comprendieran, lo mismo que ayer hizo Marisa cuando se lo expuse serenamente.
No es sólo el plano laboral el que me impulsa a irme de Cantabria, está la necesidad de empezar de cero, lejos de todo lo conocido hasta ahora, esa sensación que vivi en pequeñas dosis cuando marché por primera vez, y esa necesidad que no sacié en aquel momento; ahora no puede haber marcha atrás porque se ha convertido en algo vital.
Espero que Victor, Javi, Ramón, Jose, Iván y Joaquín entiendan mi planteamiento, mi necesidad y mi proyecto. Seguro que lo hacen, nunca me han fallado a pesar de la lejanía que existe en nuestros caminos.
PD: nunca lo leerá, pero Santi, me gustaría mandarte un fuerte abrazo.
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