Ayer, a eso de las 21:00h aprox. aparqué mi buen FolkIbiza en mi barrio "de toda la vida", cerraba así el periplo mediterráneo que puede haber sido el más importante paso que he dado en mi vida, y como no podía ser de otra manera mi entrada en Santander, retomar el contacto con sus adorables habitantes, no pudo ser menos que un CAGONDIOS de esos que llenan la boca y que hacía tanto que no soltaba, el imbécil que después de más 650 kilómetros casi me mata al saltarse un Ceda El Paso fue mi bienvenida a esta ciudad de mis dolores.
Aún es muy pronto para hacer un (extenso) post resumen de estos quince días, tengo muchísimas cosas en la cabeza, pero si que os puedo adelantar, con la connivencia de mis progenitores, que la decisión y la suerte están echadas: me voy a embarcar en una enorme mudanza de más de 600 kilómetros para convertirme en un habitante del Pallars Jussá; ni siquiera voy a darle la última oportunidad a esta tierruca que me vió nacer, porque como animal que se nutre de sensaciones que soy, éstas no pueden ser más optimistas.
A mi necesidad de abandonar (definitivamente) el regazo paterno, se une la impresión de haber encontrado una oportunidad única e irrepetible, oportunidad que sólo pasa una vez y es ahora o nunca.
Por tanto, damas y caballeros, sólo resta escoger día y hora para partir, no se me preocupen que tendrán la debida información en tiempo real para que vayan preparando sus pañuelos y sus regalos de despedida si a bien tuvieran. Por delante tengo dos semanas de soledad en esta casa toda vez que mi familia hace su escapada otoñal a tierras andaluzas, tiempo que será oportuna y debidamente empleado para planificar esta gran aventura en la que me embarco.
Así son las cosas, así os las he contado y así me despido por hoy y ahora.
Aún es muy pronto para hacer un (extenso) post resumen de estos quince días, tengo muchísimas cosas en la cabeza, pero si que os puedo adelantar, con la connivencia de mis progenitores, que la decisión y la suerte están echadas: me voy a embarcar en una enorme mudanza de más de 600 kilómetros para convertirme en un habitante del Pallars Jussá; ni siquiera voy a darle la última oportunidad a esta tierruca que me vió nacer, porque como animal que se nutre de sensaciones que soy, éstas no pueden ser más optimistas.
A mi necesidad de abandonar (definitivamente) el regazo paterno, se une la impresión de haber encontrado una oportunidad única e irrepetible, oportunidad que sólo pasa una vez y es ahora o nunca.
Por tanto, damas y caballeros, sólo resta escoger día y hora para partir, no se me preocupen que tendrán la debida información en tiempo real para que vayan preparando sus pañuelos y sus regalos de despedida si a bien tuvieran. Por delante tengo dos semanas de soledad en esta casa toda vez que mi familia hace su escapada otoñal a tierras andaluzas, tiempo que será oportuna y debidamente empleado para planificar esta gran aventura en la que me embarco.
Así son las cosas, así os las he contado y así me despido por hoy y ahora.
1 comentario:
Bienvenido, te dejaré descansar pero ya sabes que tienes mucho que contar, y bueno aunque nos dejes definitivamente me alegro mucho que hayas encontrado algo bueno por esas tierras, cuando estes relajado no se te olvide llamar para tomar una cervecita y cotillear, jajaja. Un beso
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