Cuando ya tenemos más que enfilada la recta final de este partido, hay una cosa que deberíamos tener bien clara: cuando uno está contento en su puesto de trabajo rinde por encima de sus obligaciones y responsabilidades, y además lo hace, casi siempre, de manera desinteresada.
Estos últimos días he dejado un poco de lado el modo segurata, me he arremangado la camisa, anfundado mis guantes y a echar una mano en lo que surja.
Así, llevo dos días apretando tornillacos del 30 con plana y acodada, una reventada cuando llevas más de 200, y con el bochornazo de ayer el cansancio se dobla ... pero no importa, se que cada tornillo apretado adelanta el cumplimiento del plazo de entrega de la planta, y al tiempo descarga de trabajo a los que verdaderamente han levantado las estructuras; mi presencia en esta tarea de titanes ha sido la de velar por la seguridad, mientras algunos se desollaban las manos y otros peleaban con las altas esferas del poder, ayudando en la medida de mis posibilidades y ofreciendo un punto de apoyo cuando las fuerzas flaqueaban.
El jefe de obra (ingeniero de multinacional) habló hace tiempo de cual es la labor de cada uno: cerebro, cuerpo, corazón y alma ... a mi me correspondió esta última, pero ahora he ofrecido mis brazos y de buen gusto, a la hora de la comida se descansa lo necesario para continuar por la tarde, meter alguna horita por el camino está permitido porque el camino recorrido hasta llegar a este momento ha fortalecido un espíritu de equipo en el que todos, desde el primero hasta el último, estamos implicados a muerte, es nuestro proyecto ... como tantas veces nos dice.
Ya queda menos para encarar el siguiente reto.
Y mientras tanto, me quedo con la fuerza de las palabras escritas el domingo, conforme una matrícula iba desapareciendo en el horizonte. A veces, ocurre, cuando el corazón habla el resto del cuerpo debe callar.
Estos últimos días he dejado un poco de lado el modo segurata, me he arremangado la camisa, anfundado mis guantes y a echar una mano en lo que surja.
Así, llevo dos días apretando tornillacos del 30 con plana y acodada, una reventada cuando llevas más de 200, y con el bochornazo de ayer el cansancio se dobla ... pero no importa, se que cada tornillo apretado adelanta el cumplimiento del plazo de entrega de la planta, y al tiempo descarga de trabajo a los que verdaderamente han levantado las estructuras; mi presencia en esta tarea de titanes ha sido la de velar por la seguridad, mientras algunos se desollaban las manos y otros peleaban con las altas esferas del poder, ayudando en la medida de mis posibilidades y ofreciendo un punto de apoyo cuando las fuerzas flaqueaban.
El jefe de obra (ingeniero de multinacional) habló hace tiempo de cual es la labor de cada uno: cerebro, cuerpo, corazón y alma ... a mi me correspondió esta última, pero ahora he ofrecido mis brazos y de buen gusto, a la hora de la comida se descansa lo necesario para continuar por la tarde, meter alguna horita por el camino está permitido porque el camino recorrido hasta llegar a este momento ha fortalecido un espíritu de equipo en el que todos, desde el primero hasta el último, estamos implicados a muerte, es nuestro proyecto ... como tantas veces nos dice.
Ya queda menos para encarar el siguiente reto.
Y mientras tanto, me quedo con la fuerza de las palabras escritas el domingo, conforme una matrícula iba desapareciendo en el horizonte. A veces, ocurre, cuando el corazón habla el resto del cuerpo debe callar.
2 comentarios:
Jo, hoy te veo especialmente poético. Se me han puesto los pelinos del brazo así como para arriba...XD
A veces produzco ese efecto ... sobre todo cuando despierto y mis ojeras hablan de mi falta de descanso, por no hablar de los efectos del tabaco XDDDDDD
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