El lunes al filo del mediodía, di por concluida oficialmente la locura del fin de semana. Fueron un total de 1865 kilómetros en apenas 48 horas, repartidos casi al 50%.
Atravesar en formato ida y vuelta prácticamente toda España, te hace ser consciente de lo increible que resulta viajar, a todos los niveles. En el aprendizaje de lo que debe ser el "vive y deja vivir", debería ser obligatorio para todo el mundo meterse en un coche y zampar kilómetros como descosidos, pero entiendo que es algo que no puede estar a la altura económica de todo el mundo, sobremanera en estos tiempos de desaceleración/crisis que nos ha tocado vivir.
Viajar mientras contemplas el paisaje se convierte en una experiencia que te hace ser consciente de lo mucho que te queda por aprender sobre eso que llaman la globalización, sobre todo de su erróneo concepto de que todo pertenece a un todo, porque ¿quién tiene huevos a decir que Cantabria y Albacete o Murcia tienen algo en común más allá de la lengua?. Aquí abunda el verde y allá el blanco, aquí el mar tiene fuerza y allí es dócil ... pero siempre nos podemos comunicar a la hora de pedir un gin-tonic en el bar del pueblo.
Y en el plano personal, he llegado cansado, con el culo plano y la espalda quejándose con fuerza, pero la experiencia ha sido increible y ha traido un chute revitalizante más que necesitado en este paréntesis laboral tan desesperante ... en ocasiones.
Mañana creo que me tocará hablar de lo frustrante que puede llegar a ser la búsqueda activa de empleo, pero hoy, desde el lunes, me quedo con la agradable kilometrada que NOS hemos metido.
Atravesar en formato ida y vuelta prácticamente toda España, te hace ser consciente de lo increible que resulta viajar, a todos los niveles. En el aprendizaje de lo que debe ser el "vive y deja vivir", debería ser obligatorio para todo el mundo meterse en un coche y zampar kilómetros como descosidos, pero entiendo que es algo que no puede estar a la altura económica de todo el mundo, sobremanera en estos tiempos de desaceleración/crisis que nos ha tocado vivir.
Viajar mientras contemplas el paisaje se convierte en una experiencia que te hace ser consciente de lo mucho que te queda por aprender sobre eso que llaman la globalización, sobre todo de su erróneo concepto de que todo pertenece a un todo, porque ¿quién tiene huevos a decir que Cantabria y Albacete o Murcia tienen algo en común más allá de la lengua?. Aquí abunda el verde y allá el blanco, aquí el mar tiene fuerza y allí es dócil ... pero siempre nos podemos comunicar a la hora de pedir un gin-tonic en el bar del pueblo.
Y en el plano personal, he llegado cansado, con el culo plano y la espalda quejándose con fuerza, pero la experiencia ha sido increible y ha traido un chute revitalizante más que necesitado en este paréntesis laboral tan desesperante ... en ocasiones.
Mañana creo que me tocará hablar de lo frustrante que puede llegar a ser la búsqueda activa de empleo, pero hoy, desde el lunes, me quedo con la agradable kilometrada que NOS hemos metido.
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