Queda poco ya para escuchar las famosas campanadas desde la Plaza del Sol de Madrid, y para los archiconocidísimos tópicos que las envuelven, pero este año que viene que no vengan con mandangas, que no me las creo y por mi puede empezar a reventar el mundo en pedazos, que no seré yo quien eche la lágrima, ahí se puede pudrir quien quiera, y yo el primero, sin lloros ni pesadumbres.
De lo poco bueno que ha traido este puto 2010 es el reflote del Autodiván, convertido en recipiente de bilis y de juramentos varios, tal cual fue su propósito cuando todavía era Bitácora; haber caminado tanto tiempo en el filo de la navaja y no haber sucumbido ni a derecha ni a izquierda es lo que tiene, para entendernos: lo que no te mata te hace más fuerte.
Y aquí estamos. No ha habido mucho movimiento en los diez primeros meses más allá del socorrido verano folki y de la singladura por las correosas mareas del desempleo (desencanto) ... parada y fonda, nuevos bríos y la sombra que se ve a lo lejos del comienzo de una nueva década, con la firme idea de que el nuevo año que empezará en apenas tres días viene con un libro de instrucciones bajo su brazo.
Llegará el momento en que todo aquel visitante (terráqueo o marciano) las lea, pero hoy no es el día, hoy simplemente me reuniré con una compañera de esta difícil singladura que han sido los dosmil, tomaremos un café y pondremos a bajar de un burro a quienes han usado nuestro tiempo en tocarnos los cojones, hoy pitarán muchos oidos y, por mi parte, no me sentiré en absoluto culpable.
Hoy comienza, por enésima vez, el período de recuperación, las palabras malsonantes y recuerdos a parientes vivos y muertos de tanto estúpido harán temblar los pilares de la tierra, ese es uno de mis propósitos.
Permanezcan atentos a sus pantallas TFT o SRT, luego no quiero quejas porque no estaban informados.
PD: muerto el perro, acabose la rabia.
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