Anoche el Racing de Santander, equipo de fútbol, y miles de cántabros, dijeron adios al sueño de clasificarse para la final de la Copa del rey de este año; hubiese sido su primera final en un campeonato oficial en los 95 años de historia que arrastra, pero, se acabó. Y hasta aquí la reseña futbolística.
Ya hablé en su día de mi historia como abonado de dicho club, simplemente navega si quieres enterarte de como fue, ahora quiero dejar constancia de que anoche apenas se veían coches por las calles en las horas de la retransmisión, los miles de aficionados que llegaron al campo y bares de alrededor en busca de una posible celebración de magnitudes épicas, el resto de los locales santanderinos estaban hasta la bandera de aficionados y, porqué no, oportunistas, que querían seguir los acontecimientos en busca de lo mismo, la celebración.
Si bien esta no llegó, porque el empate final no sirvió de nada, que nos quiten lo bailao, porque lo vivido ayer, en el campo o frente al televisor, es algo que nunca se vió y que es muy posible que tarde en volver a repetirse.
Y hoy, hay que decirlo aún más alto:
Ya hablé en su día de mi historia como abonado de dicho club, simplemente navega si quieres enterarte de como fue, ahora quiero dejar constancia de que anoche apenas se veían coches por las calles en las horas de la retransmisión, los miles de aficionados que llegaron al campo y bares de alrededor en busca de una posible celebración de magnitudes épicas, el resto de los locales santanderinos estaban hasta la bandera de aficionados y, porqué no, oportunistas, que querían seguir los acontecimientos en busca de lo mismo, la celebración.
Si bien esta no llegó, porque el empate final no sirvió de nada, que nos quiten lo bailao, porque lo vivido ayer, en el campo o frente al televisor, es algo que nunca se vió y que es muy posible que tarde en volver a repetirse.
Y hoy, hay que decirlo aún más alto:
¡¡RACING, RACING, RACING!!
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