Tenía yo diecisiete años recién cumplidos, fue el Jueves Santo de aquel año de 1989, estaba dando una vuelta por la mítica plaza de Numancia, en aquellos Miami que nos vieron crecer, antes de que hubiera un parking y un restaurante. Me encontré con Oscar quien me invitó a conocer un bajo que había pillado con unos amigotes para tener un refugio de alcoholización.
En aquel momento no lo sabía, pero conocí a quien con el tiempo había de llamar mi mejor amigo, Victor. Poco después, a la llegada del verano, me presentó a Javi, otro de mis inseparables, con una prometedora carrera futbolística en ciernes. Pasé a formar parte de los dueños del local, donde por 1000 pesetas al mes, disfrutábamos de un lugar seguro donde dar salida a nuestros instintos más adolescentes.
Ese verano significó un antes y un después en lo que era mi vida: abandonaba la senda de los metaleros de Numancia, al menos estéticamente, por los lugares más "in" del momento, la mítica Peña Herbosa.
Los tres, junto a otros que iban entrando y saliendo, nos hicimos inseparables y desde entonces hasta llegado el siglo XXI, muchas aventuras, juergas, acampadas y ligoteos varios, vivimos.
Pero llegó el momento en que no estaba a gusto con ese ritmo, y poco a poco dejé de verlos; llega el momento, la ley de vida, en que cada uno busca su propio lugar, de manera autodependiente. Pero tampoco se debe eliminar de golpe y porrazo lo que han sido los años más divertidos de tu vida y por azares del destino, cuando mis huesos cayeron, acompañados, en el ático, éste resultó estar en la misma calle en que ellos vivían, y fue ese breve paréntesis el que permitió que reiniciáramos y siguiéramos en contacto, hasta este fin de semana al menos.
Siempre que llegan estos días finales de agosto, lo hace también el momento de su cumpleaños, se sacan una semana nada más, y en los últimos años me tocaba celebrarlo desde la lejanía, desde Plasencia. Este año no ha podido ser mi cita extremeña y a cambio he estado con ellos, recordando muchas de nuestras andanzas y desventuras, pero, amigos, el tiempo no pasa en balde, Javi está muy contento con su novia (la primera que le conozco con este nombre) y sus planes pasan por ella, Victor, aunque ya no vive con su pareja, sigue con ella, y está aprendiendo a cuidarla ... los demás de la panda también tienen sus movidas "de mayores": dos embarazos y una mudanza emancipatoria ... otro que faltaba a la reunión con su hijo porque era su fin de semana, y preocupados que nos tiene con temas que no vienen ahora al caso.
A las 21:30 se levantó la reunión, hace años ese hubiera sido el momento de entrar a fuego, pero ya lo veis, nos hacemos muy mayores y los satélites que nos hemos creado a nuestro alrededor marcan su territorio de manera inapelable, hay que cumplir con ellos, con nuestra vida ... me dió la impresión de que esa iba a ser una de las últimas ocasiones en que vamos a estar todos juntos.
Siempre he tenido bastante en cuenta lo que percibo, yo lo llamo vibraciones, y pocas veces me he equivocado, ojalá fuera esta una de ellas, estamos hablando de casi veinte años de amistad.
Mis planes casi inmediatos pasan por una revolución integral, en la que no creo que quede sitio para ellos; sus vidas están montadas de acuerdo con sus intereses en las que no creo que haya sitio para mí, y no me queda otra que aceptarlo, porque creo que la vida es así, un contínuo y sempiterno ir y venir, pasa y queda y lo nuestro es pasar, haciendo camino.
PD: y al volver a casa, después de haber estado con Gabi, en el aleatorio del mp3 sonó Caledonia, de Dougie MacLean
En aquel momento no lo sabía, pero conocí a quien con el tiempo había de llamar mi mejor amigo, Victor. Poco después, a la llegada del verano, me presentó a Javi, otro de mis inseparables, con una prometedora carrera futbolística en ciernes. Pasé a formar parte de los dueños del local, donde por 1000 pesetas al mes, disfrutábamos de un lugar seguro donde dar salida a nuestros instintos más adolescentes.
Ese verano significó un antes y un después en lo que era mi vida: abandonaba la senda de los metaleros de Numancia, al menos estéticamente, por los lugares más "in" del momento, la mítica Peña Herbosa.
Los tres, junto a otros que iban entrando y saliendo, nos hicimos inseparables y desde entonces hasta llegado el siglo XXI, muchas aventuras, juergas, acampadas y ligoteos varios, vivimos.
Pero llegó el momento en que no estaba a gusto con ese ritmo, y poco a poco dejé de verlos; llega el momento, la ley de vida, en que cada uno busca su propio lugar, de manera autodependiente. Pero tampoco se debe eliminar de golpe y porrazo lo que han sido los años más divertidos de tu vida y por azares del destino, cuando mis huesos cayeron, acompañados, en el ático, éste resultó estar en la misma calle en que ellos vivían, y fue ese breve paréntesis el que permitió que reiniciáramos y siguiéramos en contacto, hasta este fin de semana al menos.
Siempre que llegan estos días finales de agosto, lo hace también el momento de su cumpleaños, se sacan una semana nada más, y en los últimos años me tocaba celebrarlo desde la lejanía, desde Plasencia. Este año no ha podido ser mi cita extremeña y a cambio he estado con ellos, recordando muchas de nuestras andanzas y desventuras, pero, amigos, el tiempo no pasa en balde, Javi está muy contento con su novia (la primera que le conozco con este nombre) y sus planes pasan por ella, Victor, aunque ya no vive con su pareja, sigue con ella, y está aprendiendo a cuidarla ... los demás de la panda también tienen sus movidas "de mayores": dos embarazos y una mudanza emancipatoria ... otro que faltaba a la reunión con su hijo porque era su fin de semana, y preocupados que nos tiene con temas que no vienen ahora al caso.
A las 21:30 se levantó la reunión, hace años ese hubiera sido el momento de entrar a fuego, pero ya lo veis, nos hacemos muy mayores y los satélites que nos hemos creado a nuestro alrededor marcan su territorio de manera inapelable, hay que cumplir con ellos, con nuestra vida ... me dió la impresión de que esa iba a ser una de las últimas ocasiones en que vamos a estar todos juntos.
Siempre he tenido bastante en cuenta lo que percibo, yo lo llamo vibraciones, y pocas veces me he equivocado, ojalá fuera esta una de ellas, estamos hablando de casi veinte años de amistad.
Mis planes casi inmediatos pasan por una revolución integral, en la que no creo que quede sitio para ellos; sus vidas están montadas de acuerdo con sus intereses en las que no creo que haya sitio para mí, y no me queda otra que aceptarlo, porque creo que la vida es así, un contínuo y sempiterno ir y venir, pasa y queda y lo nuestro es pasar, haciendo camino.
PD: y al volver a casa, después de haber estado con Gabi, en el aleatorio del mp3 sonó Caledonia, de Dougie MacLean
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