Un cuento sobre un cuento:
Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia tan lejana que ya debería haber sido olvidada, un correo electrónico salió disparado, en caliente y sin recapacitar, hasta su destinatario. Tiempo después, el escriba del correo aprendió que las decisiones importantes de la vida deben tomarse en frío, pues ese correo fue el inicio de una larga guerra que no tuvo ni vencedores ni vencidos.
Mucho tiempo y esfuerzo debió emplearse para llegar de nuevo a la paz, pero las heridas tardaron tanto en cicatrizar que la vida nunca volvió a ser la misma.
Si simplemente hubiera empleado un poco más de tiempo en leer el mensaje y no lo hubiera enviado cegado por el rencor, la vida podría haber sido otra.
El mensaje decía:
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
-"Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia..."
-"¡ESPERA!", lo interrumpe el filósofo, "¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?".
-"¿Las tres rejas?".
-"Sí. La primera es la verdad, ¿estas seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?"
-"No, lo oí comentar a unos vecinos".
-"Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?".
-"No, en realidad no. Al contrario."
-"¡...Ah, vaya!. La última reja es la necesidad, ¿es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?".
-"A decir verdad no".
-"Entonces", le dijo el sabio sonriendo, "si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido".
Hoy el escriba sabe que tiene algo que decir, pero no sabe si debe hacerlo, porque antes debe decidir si es cierto, bueno y necesario. Hoy, el escriba, sabe que de las cosas que más daño hacen puede sacar una enseñanza práctica, incluso de una guerra que el tiempo ha olvidado, pero él no.
Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia tan lejana que ya debería haber sido olvidada, un correo electrónico salió disparado, en caliente y sin recapacitar, hasta su destinatario. Tiempo después, el escriba del correo aprendió que las decisiones importantes de la vida deben tomarse en frío, pues ese correo fue el inicio de una larga guerra que no tuvo ni vencedores ni vencidos.
Mucho tiempo y esfuerzo debió emplearse para llegar de nuevo a la paz, pero las heridas tardaron tanto en cicatrizar que la vida nunca volvió a ser la misma.
Si simplemente hubiera empleado un poco más de tiempo en leer el mensaje y no lo hubiera enviado cegado por el rencor, la vida podría haber sido otra.
El mensaje decía:
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
-"Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia..."
-"¡ESPERA!", lo interrumpe el filósofo, "¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?".
-"¿Las tres rejas?".
-"Sí. La primera es la verdad, ¿estas seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?"
-"No, lo oí comentar a unos vecinos".
-"Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?".
-"No, en realidad no. Al contrario."
-"¡...Ah, vaya!. La última reja es la necesidad, ¿es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?".
-"A decir verdad no".
-"Entonces", le dijo el sabio sonriendo, "si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido".
Hoy el escriba sabe que tiene algo que decir, pero no sabe si debe hacerlo, porque antes debe decidir si es cierto, bueno y necesario. Hoy, el escriba, sabe que de las cosas que más daño hacen puede sacar una enseñanza práctica, incluso de una guerra que el tiempo ha olvidado, pero él no.
1 comentario:
Si es verdad, si es bueno y es necesario para ti, entonces adelante, pero analiza previamente el resultado.
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